11deJulho

tendências, souvenirs, beijos esparcidos aos precipícios dessa coisa rugosa que muitos chamam amor, solilóquios, colóquios, provocações e invectivas, enfim, de tudo um pouco, daquilo que sou

Wednesday, April 20, 2005

Comentari Butler i Lacan

Alexandre Nunes de Oliveira per a asignatura L’Identitat Contemporania

Guió / Comentaris als textes de Fernanda Álvarez i Francesc Conesa

(sessió 31/01/05)

1. Hoy probaré redactar mis comentarios a los textos con antelación a la clase, lo cual supondrá seguramente resultados hermenéuticos diferentes. Empiezo por el texto de Fernanda sobre Judith Butler, cuyo tema central es la reclamación – y la posibilidad – de una identidad femenina, bajo el ángulo del feminismo.
Es un tema que naturalmente tiene su importancia histórica y cultural, porque, como todos muy bien sabemos, la cultura occidental, sobretodo con la dominación religiosa asociada al triunfo del cristianismo, siempre buscó alejar las mujeres de la res publica, y, al final, de la custodia de sus propias vidas y libertades privadas. Es algo que todavía pasará de forma abrupta en otros ambientes culturales (por ejemplo, aunque no sólo, en muchos países islámicos) y de que aún subsisten focos problemáticos en el dicho ‘primer mundo’ (la cuestión de la violencia doméstica, en España, está ahí presente cada día para desasosiego de los cámaras de televisión).
Sin embargo, la situación de la mujer en Occidente, por los avanzos exponenciales logrados durante el último siglo y medio, se acerca claramente hoy a la experiencia de la ‘paridad’ reclamada, siendo que, a mi ver, y admitiendo que todavía no es integral, se trata de un camino irreversible.
De hecho, a propósito de las elecciones legislativas que en Febrero se realizarán en Portugal, circuló por internet una reproducción del texto de las convocatorias a los comicios del régimen republicano de los años veinte, donde resaltaba evidente la discriminación en el derecho de sufragio, basada en el status económico y social, en el grado de instrucción y también en el sexo del (o de la) votante. Hoy en día, eso es una situación que no se verifica, y, en concreto, las constituciones democráticas actuales emiten la igualdad como una de sus máximas cláusulas.
Viene esto a propósito de lo que escribe Fernanda sobre Butler, ya en el segundo párrafo su texto: «Ella establece que los parámetros o bases en los cuales se finca la identidad femenina radican en una mera “representación política” (p.34), lo cual implicaría el problema de que al considerarse “el sujeto femenino” desde una visión política, su representación sería dictada desde esos mismos términos, reduciéndolo a un sujeto jurídico;»
Este contexto jurídico me parece (también) evidente para pensar la cuestión. Pero creo posible ir más allá de la comprensión del ‘político’ como ‘jurídico’. El ámbito de lo político no se cierra en diplomas y estatutos legales, o en el poder, transparente o sombrío, de sus instituciones. Creo que esta ‘representación política’ se debe entender aquí en un sentido requeridamente más amplio, convocando las acepciones de ciudadanía, de responsabilidad, de alcance social, de ideología dominante en un dado marco civilizacional. Así creo que se puede comprender la perspectiva de la identidad femenina como representación política, o sea, social, cultural y historicamente determinada – aunque social, cultural y históricamente movible, o sea, cambiante, como en general cualquier identidad – y no sólo desde una perspectiva de definición jurídica. Y esta sería mi primera aportación.

2. Se sigue que, y aún en la primera página del texto de Fernanda, que «Esta marca política, a su juicio, debe ser analizada cautelosamente por las teorías feministas, ya que, en realidad, la emancipación que se busca como “identidad femenina” no es viable a través de este lenguaje, pues en el fondo subsuma y restringe en un comportamiento y en esas estructuras lo que se pretende como reconocimiento “femenino”, ya que lo único que se consigue es la noción de que el término “…mujeres denota una identidad común.” (p.35).»
A este propósito, comentaría, y retomando lo que decía antes, que me parece que actualmente la condición de la mujer en la sociedad es de que sus derechos están largamente garantizados. El feminismo ha tenido su papel social y político, y podrá todavía tenerlo si se siente que las situaciones de exclusión, violencia y represión todavía marcan el cotidiano que vivimos.
Sin embargo, me parece – y es una convicción que porto conmigo desde hace años a esta parte, después que yo mismo, que no soy mujer, haya pasado por una fase ‘feminista’ ardiente en mi juventud – que si es ‘emancipación’ lo que está en causa que esta no se va a alcanzar por la vía de la exaltación de una ‘identidad femenina’. En efecto, para mí, la emancipación no pasa tanto por el género, sino por el individuo. De alguna manera, podemos encontrar el germen de esta postura (o proyectarla) en este fragmento del texto atrás citado: “la emancipación (...) no es viable a través de este lenguaje”. Tout court.
Confío en que la libertad no tiene que ver con el par masculino/femenino, no tiene nada que ver o prestar a hombres o mujeres. Las libertades propias de lo que se puede hacer por ser hombre o mujer son cosas a mi instancia tan diminutas que no componen ningún espacio fundamental de lo que el término ‘libertad’ acarrea en dignidad y elevación, en tarea e incumbencia. La libertad es para personas y individuos, capaces de pensarse a sí mismos, a la vez, en la universalidad de entes humanos y en la singularidad única de cada cual. Así, el género es inconsecuente para el ejercicio y el disfrute de la libertad. Diré que incluso que no es más sino otra alienación, otro espacio de heteronomía.

3. Pero evidentemente, existe toda la libertad para que una (o uno) se declare o sostenga libremente como mujer, o sea, que busque en si mism@ esa satisfacción de que su afirmación pase por la asunción de algo como una identidad femenina. Como nota Fernanda, en el final de la página 3: «al ser nuevamente una construcción político-social, entonces se deduce que los términos “hombre”/”mujer” como sustantivos, pierden lugar y se vuelven ficción. Para Butler, el sujeto nunca es femenino o masculino; es en este estado de flujo donde la identidad, en un ámbito social se constituye. Género, entonces, es un performance, y lo que las feministas deben comprender son las condiciones de este performance, y los caminos en los cuales es controlado. [§] Al realizar este análisis circular, Butler concluye que el género, finalmente, “constituye la identidad que se supone que es” (p. 58), por lo que el género se convierte en un devenir, un hacerse»
Considerando lo que dije antes, naturalmente, me siento cercano a estas posiciones. El individuo/persona no es necesariamente y de forma determinista femenino o masculino, pero puede serlo, si así pretende. O sea, estamos pasando gradualmente a un paradigma en que la identidad según el género (masculino/femenino) ya no es tanto una construcción (o constricción) colectiva y estática (una máscara, un papel social) asignada al elemento natural (el sexo genital), sino una opción individual, a la cual se puede adherir libremente, la cual se puede encetar activamente. Hablamos pues, de la construcción vívida y personal de la identidad, ya no sometida a los cánones (y mucho menos a esencias) preestablecidos, sino orientada hacia nuevas aperturas de nuevos posibles - desde que en un ámbito social donde estas categorías tengan un mínimo de significado y funcionamiento que, claro está, se pueden asumir como más estacionarias o más dinámicas.

4. Esto deja claro, también, que «para poder hacerlo, es necesario contemplar la diferencia existente entre “género” y “sexo”, donde el primero se construye culturalmente y el segundo, se entiende como cuerpo sexuado. Sin embargo, esta distinción en principio clara, se va mimetizando, pues al establecer que el género se construye, el sexo queda en el ámbito de esa misma construcción al pensar que “no es evidente que la construcción de ‘hombres’ dará como resultado exclusivamente cuerpos masculinos, o que las ‘mujeres’ interpreten sólo cuerpos femeninos” (p.39).» Esto significa que el campo de la libertad se ha abierto tanto que podemos asumir los roles sociales que queremos, que hombres pueden ser mujeres y mujeres pueden ser hombres, algo que hoy sólo gente muy conformista o retrógrada mirará como disfunciones o anormalidades.
«Y es ahora donde la afirmación de Beauvoir toma significación absoluta, pues “uno no es mujer; uno se hace” es el quid de la identidad femenina» Indica Fernanda en el final de su artículo. Muy de acuerdo, hay que hacerse mujer para serlo, porque sólo un sexo genital no dona ninguna garantía de identidad – la identidad es algo que, necesariamente, se aprehende o se instaura, pero como proceso y no cosa dada. Y es más: al final, la fórmula es válida para cualquier identidad. Todas presuponen esa dinámica activa y actuante, disponible y alentadora. Todas suponen la performance del hacerse.

5. Veo por el horario que me indica mi ordenador que los comentarios al texto del Francesc no los podré terminar hoy. Continuaremos pues con dinámicas metodológicas interesantes, a ver como la clase afecta la conducción de los temas y de su tratamiento.

6. Y la verdad es que sí, que naturalmente mi percepción sobre Lacan cambió bastante con la prestación en directo del Francesc. Al menos, se puede decir que se ha vuelto más musical.
Bromas a parte, y derivando únicamente del confronto entre texto y presentación, retomo las dos cuestiones/provocaciones que le lanzé en clase, y a las cuales las respuestas no han sido conclusivas (alguna vez acaso lo son?).

7. Primero, porque de su texto sobre Lacan, sobretodo a cuanto se llega, coherentemente, a la página 6, en particular de las aforísticas citas del propio psicoanalista, entre ellas, entre tantas: «Le sujet ne sait pas ce qu’il dit, parce qu’il ne sait pas ce qu’il est.» De aquí me adviene la idea de una consecuencia irreversible sobre la condición humana (condición del individuo, de lo que respecta a la individualidad humana), y eso es que estamos condenados a la alineación, porque se verifica una imposibilidad de acceder concientemente a una verdadera identidad. O sea, como entes humanos, no podemos escapar a la más radical ignorancia de nosotros mismos.
Podemos, sin embargo, presumir que pudieron o pueden existir experiencias (la experiencia estética, la mística, la sexual, etc...) con el impacto o la capacidad de suspender, al menos temporalmente, esa inmensa tragedia que es el desconocimiento de nosotros mismos, ese abismo de intransponible oscuridad que nos voltea y nos es.
El cine nos ha regalado momentos muy dignos en esa búsqueda de liberación – me parece ser el tema central de la cinematografía de Stanley Kubrick, pero otros como Bergman, Tarkovski, Sokurov, Angelopoulos, también han trillado por ahí. Sin embargo, la música, con lo que tiene de invisible, de inmaterial, de sensible y inteligible, me parece la más dotada para ese ejercicio de redención, de acercamiento a lo más real de uno mismo. Nada de nuevo, ya lo pensaron Schopenhauer y lo dirigía Wagner, como tantos otros. La música salva.

8. La segunda invectiva tomaba el sentido de preguntar por la simpatía, que debemos o no tener, la predilección, la inclinación, hacía esos dos personajes en que entonces se parece dividir la humanidad según la problemática lacaniana: el gran grupo, los perturbados, los alienados, que seremos todos. Pero dentro de todos estos emerge una escuela, un escol, obviamente de número reducido, que son los que pueden llegar a lo conocimiento esencial – y esencialmente perdido – del sujeto, en particular, que tienen la habilidad de penetrar en los confines umbrosos de la intersticialidad cavernosa del otro. Esta raza especial (espacial?) son los PSICOANALISTAS, especie de sacerdotes xamánicos, superhéroes al servicio de los disparates de la modernidad, que acceden y entran en las profundidades oceánicas del ego (de los demás) tan sólo a través del poder... de la palabra!
No sé, me invade la perplejidad, como podemos dejar de lado la fascinación, incluso la envidia y la insidia, hacía estos seres esotéricos y parpadeantes, los intérpretes del gran desconocido, los atletas de la ultra-hermenéutica del lenguaje. Como mínimo, es estupendo.
Aún si, Francesc me contestó (y yo ya lo sabía, por la última linea de su texto: «el boig com el nostre gran estrany, com el nostre altre absolut, metabolitzat o desterrat … I la pregunta és: quin és el lloc de la bogeria en la identitat contemporània?») que prefiere el paciente, o el loco, o sea: la normalidad, porque es que irremediablemente somos así, trozos de pólvora tirados al cosmos.

9. Por lo demás, sólo un balance general del texto del Francesc, que está bastante bien, sale en búsqueda de la descifración de los conceptos principales, y mola la forma informal como escribe, aunque a veces le falta quizá un poco más de sentido sistemático. Pero, claro, cuando uno se debate con la revelación del enigma de su propia y débil existencia, y pasa a saber que al final es alocado y intangible a sí mismo, nada más normal y aceptable que se distraiga un poco.

Sunday, April 10, 2005

Apud Bauman/Begonya

Alexandre Nunes de Oliveira - Guión / Comentaris a
Presentació textos Zygmunt Bauman (sessió 24/01)
“La identidad en un mundo globalizador” in La sociedad individualizada (IG)
“Construcción y deconstrucción de extraños” in La postmodernidad y sus descontentos (CD)

1. L’Alemanya Nazi (?)
Después de introducir la noción baumaniana de ‘Modernidad líquida’ se sigue, en tu texto, una caracterización de nuestra época según la cual los lazos sociales ya no están tan gestionados por los clásicos modelos de la familia y del patriarcado, lo cual tiene por correlato la generación de identidades más fluidas y inestables y también un espacio más amplio para la libertad y la emancipación del individuo.
Es por lo tanto, con basta sorpresa, que en el final del tercer párrafo de esa primera página, abres un extraño paréntesis, en que se lee: «(Cal veure aquí fins a quin punt es tracta de suspendre indefinidament els valors i, per tant, d’establir una sort d’estat d’excepció ètico-moral com podria ser el de l’Alemanya nazi).» Con respecto a la forma como inicias el texto, como lo continuas, y sobretodo como vienes a concluirlo, con todo lo que explicas en la página 7, me veo casi obligado a tomar este extracto donde aludes al III Reich como una señal de provocación.
De Hecho, el régimen hitleriano implantó un Estado Totalitario, o sea, que buscaba organizar, definir y, seguramente, interferir, en TODAS las esferas de la vida, practicando activamente la normalización, la alineación y la discriminación. Ha sido, ende, totalmente contrario al fomento de las libertades, preconizando, no identidades líquidas, sino altamente patronizadas (el paradigma de la raza aria y todas esas tonterías) y persecutorias de la diferencia.
(Lo siento si malentendí tu intención, pero había que decirlo.)

2. Sobre la ‘manca de compromís’ y la ‘crisi de senti moral’ (?)
Adelante. A la página 2, para de nuevo citar tu texto: «O sia, els individus no es comprometen amb cap valor ni conjunt de valors en virtut dels quals puguin fixar la seva identitat. La conseqüència més rellevant per a nosaltres d’aquesta manca de compromís, és a dir, i cal subratllar-ho, de la impossibilitat del compromís...».
Naturalmente, retomo la posición sobre la cual me pronuncié en clase. No me parece del todo adecuado (ni justo) hablar de falta de compromiso por parte de los individuos del mundo contemporáneo, sino que se ha de hacer un cambio categorial. Creo que estamos todavía muy sumergidos en un concepto de ‘compromiso’ clásico, o tradicional, según el cual los compromisos serían definitivos o perpetuos, y dirigidos hacía los valores dominantes, establecidos y imperecederos. Bien, si la realidad cambió hasta el punto en que estos valores ya no responden a las necesidades humanas y, por consecuencia, se están buscando formas de existencia y de identidad más fluidas e inestáticas, entonces también el carácter del ‘compromiso’ tiene que alterarse, pues no tiene sentido aplicar compromisos duraderos a valores pasajeros y cambiantes.
No creo que exista, pues, hoy en día, una ‘falta de compromiso’ por parte de los individuos, sino que existe una nueva modalidad o tipología de compromiso, más de acuerdo con la realidad a que se conforma y de la cual hace parte. No hay porque no tener adhesión, demostrar interés, entusiasmarse o incluso asumir el juego liberador de la continua construcción de identidades. Serán, luego, ellos mismos, compromisos flexibles y maleables, abiertos al viento de las circunstancias y a la seducción de las posibilidades.
Así, naturalmente, entro en acuerdo con Bauman en su rechazo a las teorías comunitaristas, que – y ahora hago mi propia provocación – no me parecen sino humos de un pensamiento conservador y cobarde que visa suprimir el individuo y sus fuerzas vitales y creativas.
Al ser consecuente – comprometido – con la perspectiva que aquí trazo, y de nuevo asumiendo la posición que defendí en clase, también entiendo que se ha de cambiar la mirada – y el giro conceptual – sobre la supuesta ‘crisis moral’ del mundo actual que refieres en la página 3: «es dóna una crisi d’identitat que equival a dir una crisi de sentit, o sia, de sentit moral».
Vuelvo a pensar y a sentir que lo que propongo no es sólo una cuestión de retórica: Cuando fue que no hubo alguna vez ‘crisis moral’? La Historia no nos dice exactamente que la ‘crisis moral’ es omnipresente, que las crisis morales siempre están ahí? Decir que vivimos en una época de crisis moral es, entonces, eso sí, pleonasmo y paradoja, visto que la crisis moral es lo más propio de la imperfección humana.
Se trata, eso sí, de asumirlo, que estamos condenados a la finitud, a la inquietud, a la deveniencia. Obviamente, esta asunción no se puede hacer de ánimo leve, implica angustias y renuncias, insomnios y pesadillas. Y esto, naturalmente, tiene algo de ‘crítico’. Pero asumir por fin que la krisis, en su sentido originario de cambio y mudanza, nos es constitutiva, no me parece del todo más problemático moralmente que creer en la tranquilidad de las ilusiones de que no lo somos, mancos y lagunares.
Reiterando lo que apunté en la clase, lo que hallo necesario es el encuentro de equilibrios mínimos, que permitan la libertad individual, en un marco de tolerancia y respecto por la diferencia. Si cada uno dispone de la conciencia de que sus valores son relativos y contingentes, para los otros y para sí mismo, entonces también deberá aceptar la validez líquida de lo ajeno. Como muy bien señalas: «Es tracta de la instauració i defensa del relativisme moral dut a les seves últimes conseqüències, és a dir, entès no solament com l’afirmació que la moral i, per tant, els judicis morals, no són ni absoluts ni universals, sinó com l’afirmació que no hi ha cap mesura objectiva per afirmar la veritat d’una proposició ètica.» (p.4). Pero la moral relativista no corresponde al vacío ético, sino que puede traducirse en la horizontalización de las relaciones y en la emergencia de una intersubjectividad más comunicante y compartida. Es espacio de tolerancias y convivencias, abarcante, o, como no dejé de nombrarlo en clase, abrazante, o sea, que abraza a los demás, a lo distinto y a la alteridad. Y aquí se respira todo un poderoso sentido moral. Por tanto, la crisis moral de nuestro tiempo, a haberla, será más bien de sobreabundancia que de carencia.

3. Tarea, Proceso, Obra de Arte
En tu texto sobre Bauman, que es todavía lo que nos conduce en la reflexión y la escritura, y refiriéndote naturalmente a la terminología del autor, enuncias la construcción, necesariamente dinámica, de la identidad, como ‘camino’, ‘proceso’, ‘tarea’. Te comentaba en clase que esta última tiene notoriamente la elevación del ‘compromiso’. Pero no puedo estar más de acuerdo con Bauman cuando dice que este hacer(se) resulta “una actividad interminable, siempre incompleta, inacabada y abierta en la cual participamos todos por necesidad o por elección” (175).
Friso los últimos dos términos. No todos elegimos el camino hacia la construcción de nosotros mismos, pero podemos hacerlo, probarlo. Es también signo de la libertad. Y un camino con espinos de angustias es, para mí, preferible al sofá con palomitas de la inercia o de la resignación.
De que la construcción de la identidad sea ‘proceso’, necesario, a tarea, activa y asumida, hay un salto cualitativo. La tarea (o proyecto) no pierde su naturaleza procesual nunca, pero avanza un paso más. El individuo será conciente de que no podrá controlar gran parte de las vicisitudes que se le interpongan en el camino, pero se dispone a aprovechárselas para su continuo perfeccionamiento (a escuchar la voz délfica - «arriba a ser el què ets»), a entregarse a la vida y al devenir de forma heurística, enriquecedora, radiosa. Cómo nos sugería el estimado Nietzsche, a intensificar jubilosamente las fuerzas y las energías vitales.
Éste camino, y aquí tomando también inspiración deleuziana, se hace mediante una ética circunstancial, situacional, acontecimental. O sea, lo que nos pasa nos es sólo una sucesión cronológica de eventos con mayor o menor ligación o interés. Cada momento se ha de vivir y disfrutar en lo que tiene de irrepetible y único. Hemos de ser en cada momento. Más: hemos de ser cada momento.
Así damos paso a la infusión de la ética por la estética: Como nos sugestiona también Fernando Pessoa, «Hay que estar despierto para la eterna maravilla del mundo». Permanentemente, cada instante, cada acción, ha de producirse con la dignidad y el alcance ontológico de un acontecimiento sublime, de la más espléndida obra de arte. Potenciar la individualidad humana y valorar cada suceso en su singularidad son correlativos a la estetización permanente de la existencia. Sin recetas, porque las obras maestras no las tienen. Dependen de cada cual.

Barcelona, 25 de Janeiro de 2005