11deJulho

tendências, souvenirs, beijos esparcidos aos precipícios dessa coisa rugosa que muitos chamam amor, solilóquios, colóquios, provocações e invectivas, enfim, de tudo um pouco, daquilo que sou

Sunday, April 10, 2005

Apud Bauman/Begonya

Alexandre Nunes de Oliveira - Guión / Comentaris a
Presentació textos Zygmunt Bauman (sessió 24/01)
“La identidad en un mundo globalizador” in La sociedad individualizada (IG)
“Construcción y deconstrucción de extraños” in La postmodernidad y sus descontentos (CD)

1. L’Alemanya Nazi (?)
Después de introducir la noción baumaniana de ‘Modernidad líquida’ se sigue, en tu texto, una caracterización de nuestra época según la cual los lazos sociales ya no están tan gestionados por los clásicos modelos de la familia y del patriarcado, lo cual tiene por correlato la generación de identidades más fluidas y inestables y también un espacio más amplio para la libertad y la emancipación del individuo.
Es por lo tanto, con basta sorpresa, que en el final del tercer párrafo de esa primera página, abres un extraño paréntesis, en que se lee: «(Cal veure aquí fins a quin punt es tracta de suspendre indefinidament els valors i, per tant, d’establir una sort d’estat d’excepció ètico-moral com podria ser el de l’Alemanya nazi).» Con respecto a la forma como inicias el texto, como lo continuas, y sobretodo como vienes a concluirlo, con todo lo que explicas en la página 7, me veo casi obligado a tomar este extracto donde aludes al III Reich como una señal de provocación.
De Hecho, el régimen hitleriano implantó un Estado Totalitario, o sea, que buscaba organizar, definir y, seguramente, interferir, en TODAS las esferas de la vida, practicando activamente la normalización, la alineación y la discriminación. Ha sido, ende, totalmente contrario al fomento de las libertades, preconizando, no identidades líquidas, sino altamente patronizadas (el paradigma de la raza aria y todas esas tonterías) y persecutorias de la diferencia.
(Lo siento si malentendí tu intención, pero había que decirlo.)

2. Sobre la ‘manca de compromís’ y la ‘crisi de senti moral’ (?)
Adelante. A la página 2, para de nuevo citar tu texto: «O sia, els individus no es comprometen amb cap valor ni conjunt de valors en virtut dels quals puguin fixar la seva identitat. La conseqüència més rellevant per a nosaltres d’aquesta manca de compromís, és a dir, i cal subratllar-ho, de la impossibilitat del compromís...».
Naturalmente, retomo la posición sobre la cual me pronuncié en clase. No me parece del todo adecuado (ni justo) hablar de falta de compromiso por parte de los individuos del mundo contemporáneo, sino que se ha de hacer un cambio categorial. Creo que estamos todavía muy sumergidos en un concepto de ‘compromiso’ clásico, o tradicional, según el cual los compromisos serían definitivos o perpetuos, y dirigidos hacía los valores dominantes, establecidos y imperecederos. Bien, si la realidad cambió hasta el punto en que estos valores ya no responden a las necesidades humanas y, por consecuencia, se están buscando formas de existencia y de identidad más fluidas e inestáticas, entonces también el carácter del ‘compromiso’ tiene que alterarse, pues no tiene sentido aplicar compromisos duraderos a valores pasajeros y cambiantes.
No creo que exista, pues, hoy en día, una ‘falta de compromiso’ por parte de los individuos, sino que existe una nueva modalidad o tipología de compromiso, más de acuerdo con la realidad a que se conforma y de la cual hace parte. No hay porque no tener adhesión, demostrar interés, entusiasmarse o incluso asumir el juego liberador de la continua construcción de identidades. Serán, luego, ellos mismos, compromisos flexibles y maleables, abiertos al viento de las circunstancias y a la seducción de las posibilidades.
Así, naturalmente, entro en acuerdo con Bauman en su rechazo a las teorías comunitaristas, que – y ahora hago mi propia provocación – no me parecen sino humos de un pensamiento conservador y cobarde que visa suprimir el individuo y sus fuerzas vitales y creativas.
Al ser consecuente – comprometido – con la perspectiva que aquí trazo, y de nuevo asumiendo la posición que defendí en clase, también entiendo que se ha de cambiar la mirada – y el giro conceptual – sobre la supuesta ‘crisis moral’ del mundo actual que refieres en la página 3: «es dóna una crisi d’identitat que equival a dir una crisi de sentit, o sia, de sentit moral».
Vuelvo a pensar y a sentir que lo que propongo no es sólo una cuestión de retórica: Cuando fue que no hubo alguna vez ‘crisis moral’? La Historia no nos dice exactamente que la ‘crisis moral’ es omnipresente, que las crisis morales siempre están ahí? Decir que vivimos en una época de crisis moral es, entonces, eso sí, pleonasmo y paradoja, visto que la crisis moral es lo más propio de la imperfección humana.
Se trata, eso sí, de asumirlo, que estamos condenados a la finitud, a la inquietud, a la deveniencia. Obviamente, esta asunción no se puede hacer de ánimo leve, implica angustias y renuncias, insomnios y pesadillas. Y esto, naturalmente, tiene algo de ‘crítico’. Pero asumir por fin que la krisis, en su sentido originario de cambio y mudanza, nos es constitutiva, no me parece del todo más problemático moralmente que creer en la tranquilidad de las ilusiones de que no lo somos, mancos y lagunares.
Reiterando lo que apunté en la clase, lo que hallo necesario es el encuentro de equilibrios mínimos, que permitan la libertad individual, en un marco de tolerancia y respecto por la diferencia. Si cada uno dispone de la conciencia de que sus valores son relativos y contingentes, para los otros y para sí mismo, entonces también deberá aceptar la validez líquida de lo ajeno. Como muy bien señalas: «Es tracta de la instauració i defensa del relativisme moral dut a les seves últimes conseqüències, és a dir, entès no solament com l’afirmació que la moral i, per tant, els judicis morals, no són ni absoluts ni universals, sinó com l’afirmació que no hi ha cap mesura objectiva per afirmar la veritat d’una proposició ètica.» (p.4). Pero la moral relativista no corresponde al vacío ético, sino que puede traducirse en la horizontalización de las relaciones y en la emergencia de una intersubjectividad más comunicante y compartida. Es espacio de tolerancias y convivencias, abarcante, o, como no dejé de nombrarlo en clase, abrazante, o sea, que abraza a los demás, a lo distinto y a la alteridad. Y aquí se respira todo un poderoso sentido moral. Por tanto, la crisis moral de nuestro tiempo, a haberla, será más bien de sobreabundancia que de carencia.

3. Tarea, Proceso, Obra de Arte
En tu texto sobre Bauman, que es todavía lo que nos conduce en la reflexión y la escritura, y refiriéndote naturalmente a la terminología del autor, enuncias la construcción, necesariamente dinámica, de la identidad, como ‘camino’, ‘proceso’, ‘tarea’. Te comentaba en clase que esta última tiene notoriamente la elevación del ‘compromiso’. Pero no puedo estar más de acuerdo con Bauman cuando dice que este hacer(se) resulta “una actividad interminable, siempre incompleta, inacabada y abierta en la cual participamos todos por necesidad o por elección” (175).
Friso los últimos dos términos. No todos elegimos el camino hacia la construcción de nosotros mismos, pero podemos hacerlo, probarlo. Es también signo de la libertad. Y un camino con espinos de angustias es, para mí, preferible al sofá con palomitas de la inercia o de la resignación.
De que la construcción de la identidad sea ‘proceso’, necesario, a tarea, activa y asumida, hay un salto cualitativo. La tarea (o proyecto) no pierde su naturaleza procesual nunca, pero avanza un paso más. El individuo será conciente de que no podrá controlar gran parte de las vicisitudes que se le interpongan en el camino, pero se dispone a aprovechárselas para su continuo perfeccionamiento (a escuchar la voz délfica - «arriba a ser el què ets»), a entregarse a la vida y al devenir de forma heurística, enriquecedora, radiosa. Cómo nos sugería el estimado Nietzsche, a intensificar jubilosamente las fuerzas y las energías vitales.
Éste camino, y aquí tomando también inspiración deleuziana, se hace mediante una ética circunstancial, situacional, acontecimental. O sea, lo que nos pasa nos es sólo una sucesión cronológica de eventos con mayor o menor ligación o interés. Cada momento se ha de vivir y disfrutar en lo que tiene de irrepetible y único. Hemos de ser en cada momento. Más: hemos de ser cada momento.
Así damos paso a la infusión de la ética por la estética: Como nos sugestiona también Fernando Pessoa, «Hay que estar despierto para la eterna maravilla del mundo». Permanentemente, cada instante, cada acción, ha de producirse con la dignidad y el alcance ontológico de un acontecimiento sublime, de la más espléndida obra de arte. Potenciar la individualidad humana y valorar cada suceso en su singularidad son correlativos a la estetización permanente de la existencia. Sin recetas, porque las obras maestras no las tienen. Dependen de cada cual.

Barcelona, 25 de Janeiro de 2005

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