Arte, Tierra y Mundo (II)
I – La Crítica a la Metafísica y el encaminamiento
hacia el Arte y la Poesía
"La única medida del pensamiento proviene de la cosa misma que ha de pensar."
- Martin Heidegger[1]
La tradición filosófica de Occidente, todavía existente en nuestros días, se ha instituido, en el curso de su milenaria historia, como Metafísica. Dicho – y escrito – de otro modo, la labor del pensamiento, como fue trillado desde Platón y Aristóteles, se ha establecido – y a pesar de la multitud de tendencias, concepciones y doctrinas que sus siglos guardan a nuestro cuidado – como interpretación del ente. Formulando la cuestión todavía de otra manera, y siguiendo la orientación que aquí tomamos de Martin Heidegger, con quien buscamos dialogar en este ensayo, la Metafísica europea ha reducido históricamente el Ser al ser de lo ente, obliterando, por lo tanto, la diferencia ontológica esencial[2], por un lado, y, por otro, la cuestión por la verdad del ser, que en ella no se coloca ni se conoce.
Este cuestionar fundamental ha sido, pues, olvidado, desde luego en su imperiosidad, pero principalmente en su esencia de a-lhqeia[3], o sea, des-ocultación o des-velamiento de un velado primordial - en la medida que lo lhqh, que el 'a' privativo niega, sea lo 'latente' o olvidado, esa oscuridad primacial del Ser al cual le gusta esconderse, como nos advirtió Heráclito[4]. Hablamos de una no-verdad que no está opuesta a la verdad, que no es su reverso en el sentido de la falsedad, sino la ocultación o el encubrimiento originario, coesencial a la propia verdad[5]. Ésta, tomada como a-lhqeia, no es sino proceso infinito de advenimiento, por medio del cual vienen des-ocultados y re-velados los entes, múltiplemente desdoblables en el tiempo, sin que el Ser, del cual provienen, alguna vez se reifique o agote.
La metafísica, hoy aún preponderante, decíamos, se olvidó, pues, de la veracidad ontológica, ha perdido de vista la tensión esencial entre la ocultación y el desvelar del Ser, epicentro de su misterio. Al revés, ha restringido la verdad al empobrecido estatuto de corrección gnoseológica, a la simple adecuación entre intelecto y realidad[6]. Entendida como Historia del Ser – "esta historia [que] coincide con el destino que ha guiado hasta ahora el pensamiento occidental sobre el ser de lo ente"[7] - la Metafísica reflexiona así, y destacadamente, la historia del olvido (lhqh) del ser[8]. Además, la filosofía de Occidente[9], la que convirtió el ser en constitución de lo ente, olvidó similarmente, desde sus primordios, la relación decisiva del hombre al ser, relación temporal de cuestionamiento, comprensión y participación en el desvelamiento de su (no-)verdad encubierta[10].
Allende todas las artificiosas dicotomías que ha instaurado[11], el avance de la filosofía clásica disipó idénticamente de la tecnh[12] humana su ínclita dimensión de verdad: La a-lhqeia es juego de desvelar lo velado, desvelar que es traer el ser a la presencia, y del cual también hacen parte la técnica, y toda la acción humana histórica en cuanto ser-ahí (Da-sein), entendidas, pues, como modalidades de ese desvelamiento veraz, de ese pro-ducir, traer o con-ducir a la presencia, o también acontecer del ser. O sea, según el filósofo de Freiburg, la técnica sería originariamente una instancia de poihsis, o poiética creativa, alzada en armonía con el modo propio de desocultación del ser. Guiada por la falsa luz de la metafísica, la crecida histórico-civilizacional de Occidente apagó de la tecnh esa constitutiva dimensión heurística, separando ineluctablemente arte y técnica de su connubio arcano.
En este prolongado movimiento histórico, a su turno, los entes y las cosas, se han visto impedidos de ad-venir libremente al encuentro en los claros del ser, libertad esa que es el cerne, el secreto, de la autentica alhqeia[13]. La filosofía clásica los transformó en meros ob-jetos[14], pasibles de ser representados por una subjetividad o conciencia plenamente autónoma y segura de si misma, así como manipulables por la operatividad humana, que los torna en materias primas y mercancías, de acuerdo con una concepción técnica instrumental y antropocéntrica, y que visa ejercer sobre la naturaleza un dominio utilitario y eficiente. Este es el fulcro de nuestra destinación histórica hodierna – «el ser que determina la Edad Moderna en tanto que com-posición [Ge-stell] proviene del destino occidental del ser»[15] - y cuyas raíces reposan pues en la medula más entrañada de la metafísica, por mucho que permanezca insospechado e incluso inverosímil que sus categorías y su disposición[16] conceptual condicionen y moldeen el progreso histórico.
[1] - In M. HEIDEGGER, «Entrevista del Spiegel – Conversación de Spiegel con M. Heidegger», in Escritos sobre la Universidad Alemana, Trad. Cast. de Ramón Rodríguez, Ed. Tecnos, Madrid, 1989. p. 81. De aquí en delante, se abrevia el título del texto por «Spiegel».
[2] - Precisamente, la diferencia entre el Ser y los entes.
[3] - Por motivos de orden técnico, que se prenden con las configuraciones del ordenador, se ha vuelto difícil acentuar de la forma más correcta las palabras griegas, por lo cual optamos sencillamente por dejarlas sin acentuación.
[4] - Vide HERÁCLITO, Fragmentos, 123. V. IDEM, Ibidem, 84a.
[5] - "La verdad es en su esencia no-verdad. Decimos esto así para mostrar de un modo tajante, y tal vez algo chocante, que la abstención bajo el modo del encubrimiento forma parte del desocultamiento como claro. Por el contrario, el enunciado que reza: la esencia de la verdad es la no-verdad, no quiere decir que la verdad sea en el fondo falsedad. Asimismo tampoco quiere decir que la verdad nunca sea ella misma, sino que, en una representación dialéctica, siempre es también su contrario." - In M. HEIDEGGER, OOA, 43.
[6] - Es un tema profundizado por Heidegger en la obra que trata De la Esencia de la Verdad, aunque también le haya merecido atención en muchos otros textos.
[7] - In M. HEIDEGGER, OOA, 21.
[8] - Una onto-leteia, podríamos improvisar.
[9] - También éste un término negativo: el ocaso, la caída, la muerte.
[10] - «el "no" de la inicial no-esencia de la verdad en cuanto no-verdad remite al ámbito todavía no experimentado de la verdad del ser (y no sólo de lo ente)» ( - M. HEIDEGGER, De la Esencia de la Verdad, in M. HEIDEGGER, Hitos, Versión Cast. de Helena Cortés y Arturo Leyte, Ed. Alianza, Madrid, 2000, (pp. 151-171), p. 165. La edición coteja las páginas de la edición original, cuya numeración adaptamos. En el presente caso, se trata de la p.194.
[11] - Desde la cisión crucial de matriz platónica entre lo sensible y lo inteligible, pasando por las oposiciones entre sujeto y objeto, teoría y práctica, cuerpo y alma, etc.
[12] - remontando a la añeja concepción griega y su sincretismo entre técnica y arte.
[13] - «La libertad consuma y lleva a cabo la esencia de la verdad en el sentido del desocultamiento de lo ente» ( - in M. HEIDEGGER, De la Esencia de la Verdad, 190) ; lo mismo es decir: «la verdad es en su esencia libertad» (IDEM, Ibidem, 192). Cf. todo el paso, puntos 3, 4 y 5.
[14] - O sea, aquello que está opuesto o en contra del sujeto.
[15] - In M. HEIDEGGER, OOA, «Apéndice», p. 61 de la edición española citada.
[16] - Ge-stell, podríamos decir, también aquí.
[17] - De la cual es señal la célebre aserción «Sólo un Dios puede aún salvarnos», in M. HEIDEGGER, «Spiegel», Ed. Cit., p. 71.
[18] - ...Como si existiera una clausura mutua y cómplice entre metafísica y inautenticidad.
[19] - «Debemos volvernos hacia lo ente, pensar en él mismo a partir de su propio ser, pero al mismo tiempo y gracias a eso, dejarlo reposar en su esencia», in M. HEIDEGGER, OOA, 20.
[20] - Cf. M. HEIDEGGER, «Séminaire de Zahringen», in Questions IV, Ed. Gallimard, Paris, 1976, (pp. 333-339), p. 334.
[21] - A que se suele llamar precisamente I Heidegger.
[22] - Acordémonos, para citar tres nombres, de Beckett, Nietzsche, Artaud.
[23] - «Para una transformación del pensamiento necesitamos apoyarnos en la tradición europea y reapropiárnosla» - In M. HEIDEGGER, «Spiegel», Ed. Cit., p. 79.
[24] - Aquí también enfatizando las dos acepciones de la palabra: poner cuestiones pero también poner en cuestión.
[25] - Este giro, conocido como el del II Heidegger, se reflejó también bajo el punto de vista estilístico, con el abandono de las estructuras programáticas de Ser y Tiempo, en detrimento de textos más pequeños, ensayos y conferencias. El autor resume su justificación por el carácter duro de la tarea misma: «La magnitud de lo por pensar es demasiado grande. Quizá podamos esforzarnos en construir la pasarela, angosta y que no lleva muy lejos, de un tránsito», in M. HEIDEGGER, «Spiegel», Ed. Cit., p. 83.
[26] - Cf. M. HEIDEGGER, «Séminaire de Zahringen», Ed. Cit., p.333.
[27] - Aún pré-metafísicos, y justamente llamados los físicos.
[28] - In M. HEIDEGGER, «Spiegel», Ed. Cit., p. 75.
[29] - En la versión castellana que consultamos de De la Esencia de la Verdad, la nota 2a transcribe: «ver-dad, -dad: la clara (esclarecedora), la que alumbra» ( - in M. HEIDEGGER, De la Esencia de la Verdad , Ed. Cit., 178 [p.152]). La traducción portuguesa, empero, nos sugiere que Heidegger habrá resaltado la terminación común entre Gelassen-heit y War-heit (verdad). En efecto, de acuerdo con esta traslación, el filósofo alemán asocia heit a die Heitere, que correspondería, según el traductor luso, a «o sereno (o que dá serenidade), o que ilumina», in HEIDEGGER, Sobre a Essência da Verdade (Edição Bilingüe), Trad. Port. de Carlos Morujão, Porto Editora, Porto, 1995, pp 16-17 (nota b). Si podemos tomar por válida esta pista, intuiremos que la serenidad y la luz del claro componen, desde una base lingüísticamente justificada, la clave de acceso a la verdad, ella misma ya como serenidad e iluminación. Nuestro limitado dominio del alemán, sin embargo, no nos permite juzgar la legitimidad de tal pretensión, por lo cual transcribimos el texto original, para que distinga el lector más avisado: «War-heit, -heit: die Heitere (das Heiternde), das Lichtende.»
[30] - «[...] lo que tiene que hacer el hombre en cuanto ex-sistente es guardar la verdad del ser. El hombre es el pastor del ser» (in M. HEIDEGGER, Carta Sobre el "Humanismo", in IDEM, Hitos, Versión Cast. de Helena Cortés y Arturo Leyte, Ed. Alianza, Madrid, 2000, (pp. 259-297), p. 272. La edición coteja las páginas de la edición original, cuya numeración adaptamos. En el presente caso, se trata de la p. 331).
[31] - Véase, por ejemplo, el texto sobre La Cosa, un caso notorio.
[32] - O, como ya vimos, el giro, una inflexión de tal manera significativa que a partir de ella se estipuló nombrar y cotejar un II Heidegger.
[33] - In M. HEIDEGGER, «Spiegel», Ed. Cit., p. 78.
[34] - Caso flagrante es la conferencia de 1936, Hölderlin y la Esencia de la Poesía, a que aludiremos a menudo más adelante, y que está, en todo caso, cronológicamente cercana a El Origen de la Obra de Arte (1935-36).
[35] - Y recurriendo puntualmente, además, a otros que con él han pensado también.
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