Évora – la cuarta ciudad
Évora – la cuarta ciudad
Se dice que Évora, capital de Alentejo, es la cuarta ciudad de Portugal en número anual de actividades culturales. Lo será, sin duda, detrás de Lisboa, Porto y Coimbra, por esta orden las más importantes, y considerando las dos primeras en la acepción de área metropolitana y no de simple ciudad, pues en las periferias de Lisboa y Porto hay localidades que son puntos culturales significativos, como Sintra, Seixal, Gaia o Matosinhos.
En todos casos, hay que averiguar la verdadera relevancia de estos dados, razonando que Portugal es un país, como en otros aspectos, poco desarrollado desde el punto de vista cultural. No es necesario mucho para confrontar la evidencia. Basta pensar en las pocas orquestas sinfónicas que hay (solamente tres, bastante abajo de la media europea de una por millón de habitantes) o en los escasos – y en general pequeños - museos de arte contemporáneo. Ya que tropezamos en estos dos ejemplos, observemos que la carencia de infraestructuras, instituciones y espacios artísticos es flagrante, y esto se aplica, palabra por palabra, al caso de Évora, que sólo posee un Teatro, donde ni siquiera se puede hacer ópera, y tan sólo dos salas de cine con programación diaria.
Esto para decir, en términos muy básicos, que al clasificar una ciudad como la cuarta en la jerarquía cultural de éste país no puede presumirse una analogía con el panorama de España. Évora no puede, por ejemplo, compararse con Sevilla, Bilbao, Valencia, Salamanca o San Sebastián. De hecho, Lisboa y Porto han conseguido un desarrollo cultural notable en los últimos diez años, coronada, cada ciudad, con el título de Capital Europea de la Cultura (respectivamente en 1994 y 2001). Pero las demás ciudades lusas – ninguna con más de 200 mil habitantes – están francamente por detrás.
Volviendo a nuestra ciudad, la fuerza cultural de Évora está concentrada en tres pilares esenciales. Primero, su indiscutible belleza y riqueza arquitectónica y histórica, que la hace, desde 1986, ostentar el título de Patrimonio de la Humanidad. En segundo lugar, una larga tradición de producción intelectual y artística, basada y fomentada en grupos pequeños pero muy activos y, en tercera plaza, un público curioso, constante y habituado a espectáculos y otras actividades.
Pero incluso estos tres factores no están inmunes a amenazas. El Patrimonial, debido a la falta de conciencia de muchos ciudadanos, que siguen utilizando de forma superflua el coche en el Centro Historico, generando un tráfico dañoso y un aparcamiento selvaje y inestético. La dinámica de actividades, porque se enfrenta cada vez más a las dificultades creadas por la ausencia de espacios adecuados. Finalmente, el público, porque las nuevas generaciones no tienen locales donde afirmarse y luego comunicar su arte, mientras los universitarios, que todos los años arriban a la ciudad, revelan poco interés en integrarse en la movida, prefiriendo conservarse en su propia cultura estudiantil.
Hay, por lo tanto, en este momento, un desafío importante que se interpone a la ciudad: modernizarse y adaptarse para que su afirmación cultural sea un hecho auténtico, pleno de vitalidad y no sólo un elemento estadístico. Para que tal se concretice, el camino que se coja tendrá que contemplar, entre otros, aspectos fundamentales como la construcción de estructuras calificadas, la recuperación, mejora y aprovechamiento de espacios subvalorados, la dinámica y el pulsar juvenil, bien como la apuesta en la diversidad y la en calidad.
El actual Ayuntamiento parece sensible a estas cuestiones. Pero hay que preguntarse si se encuentra en condiciones técnicas, humanas, logísticas y sobretodo financieras para producir estos cambios. Porque de parte del Estado y del Gobierno poco habrá que esperar, reconocida la larga tendencia centralista de la alta política portuguesa. Y las entidades regionales, que no tienen un tipo de autonomía semejante a las españolas, tampoco podrán operar a este nível.
Pero la evolución habrá que salir, sino advendrá el peligro de perderse esta cuarta posición, que no se preserva sólo por su comodidad. En efecto, otras ciudades podrán muy bien ocupar nuestro lugar, en particular algunas del litoral, como Aveiro, Guimarães o Tavira, que en los últimos años acusan un creciendo de relevo. La idea fundamental es que la afirmación de Évora pueda seguir pasando por ser la cuarta ciudad cultural de Portugal, pero que eso ocurra por verdadero valor propio y no por déficit ajeno y aridez del panorama nacional.
03 mayo 2004
(Estamos en Octubre de 2005 y Évora seguramente ya se ha visto desplazada por Faro en su supuesta cuarta posición cultural; sobre la predisposición de los gubernantes locales, recientemente elegidos, dada la catastrófica ausencia de alternativas políticas, también es de empezar a sospechar)
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